En la vida existen situaciones que escapan de nuestro control y pueden causarnos un gran dolor, sumirnos en la tristeza o generar una ira profunda. Nadie lo pone en duda y, antes o después, todos tendremos que experimentar esas vivencias.


Sin embargo, hay personas que se centran solo en esos aspectos, y terminan creyendo que la vida es un rosario de lágrimas. Otras, al contrario, prefieren centrarse en las cosas que sí pueden controlar, prefieren apostar por ser felices o, al menos, intentarlo.


Si asumimos esta perspectiva, podemos comprender que ser felices es una decisión personal que debemos tomar todos los días. Y para lograrlo es imprescindible ser conscientes de esos comportamientos y actitudes que terminan amargándonos. 


¿Qué diferencia a las personas que apuestan por la felicidad?



1. Las personas felices abrazan el cambio. La gente infeliz le teme.


Abrazar el cambio es uno de los retos más difíciles que podemos enfrentar en la vida. A la mayoría de las personas les resulta más fácil quedarse a buen reparo en su zona de confort, donde saben perfectamente qué pueden esperar y tienen todo relativamente bajo control. Sin embargo, en esa zona languidece la felicidad porque ser feliz también es vivir experiencias nuevas, atreverse a ir más allá de nuestros límites y evolucionar constantemente. De hecho, la felicidad no está reñida con el miedo y la ansiedad sino que se entrelazan para permitirnos crecer.


2. Las personas felices hablan de ideas. La gente infeliz habla de los demás. 


Las personas felices se centran en sí mismas, se esfuerzan por clarificar lo que quieren y trazar el camino para alcanzarlo. De hecho, uno de los grandes secretos de la felicidad consiste en abandonar la crítica malsana, la necesidad enfermiza de estar pendientes de la vida de los demás y, sobre todo, la creencia de que somos superiores y podemos convertirnos en jueces de los comportamientos y actitudes ajenas. La gente infeliz, al contrario, se dedica a criticar a los demás, por lo que pierde una energía valiosísima que podría utilizar para mejorar sus vidas.


3. Las personas felices asumen la responsabilidad por sus errores. La gente infeliz culpa a los otros.


En nuestra sociedad existe la creencia de que los errores son algo negativo, por lo que resulta muy difícil que las personas los asuman de buena gana. Sin embargo, poner la culpa en los demás es el camino más directo a la infelicidad. Al contrario, las personas felices tienen un locus de control interno, por lo que son capaces de asumir la responsabilidad por sus acciones, sin sentir que han fracasado o cargar sobre sus espaldas con el fardo de la culpa. Estas personas comprenden que los errores son oportunidades de aprendizaje y los aprovechan para crecer. De esta forma, cuando se equivocan, en vez de llorar sobre la leche derramada o buscar un culpable, aprenden la lección y siguen adelante, con una caja de herramientas para la vida más completa.


4. Las personas felices perdonan. La gente infeliz guarda rencor.


Uno de los sentimientos más dañinos que podemos experimentar es el rencor, es como consumirse a fuego lento por voluntad propia. El rencor no solo nos hace infelices sino que además desencadena una serie de reacciones a nivel fisiológico que aumentan nuestra propensión a enfermar. Por eso, las personas felices saben que necesitan perdonar y seguir adelante. De hecho, el perdón es extremadamente liberador ya que nos impide ser prisioneros del pasado y nos permite vivir con plenitud el presente. Si no somos capaces de perdonar, seguiremos siendo prisioneros del rencor, nos ataremos a esa situación que tanto daño nos ha causado y que tanto mal nos sigue haciendo.


5. Las personas felices se centran en lo positivo. La gente infeliz solo ve las manchas en el sol.


Las personas felices no son optimistas ingenuos, al contrario, pueden llegar a ser muy realistas y son capaces de mantener sus expectativas bajo control. Sin embargo, prefieren centrarse en los aspectos positivos de las situaciones porque saben que así pueden automotivarse y sentirse mejor. Estas personas son conscientes de que el vaso está medio vacío, pero eligen centrarse en el hecho de que también está medio lleno. Al contrario, la gente infeliz se centra en los aspectos negativos de las situaciones, por lo que terminan desarrollando una visión pesimista del mundo que amarga sus días. Estas personas prefieren ver las manchas en el sol, en vez de apreciar el calor y la luz que nos regala. 


6. Las personas felices aprovechan las oportunidades. La gente infeliz se queda de brazos cruzados lamentándose.


Una de las claves para tener una vida plena y ser felices consiste en aprovechar las oportunidades. Las personas felices lo saben y siempre están dispuestas a tomar en consideración diferentes alternativas. Estas personas saben que pueden equivocarse, pero prefieren arriesgarse que quedarse de brazos cruzados y después arrepentirse por no haber aprovechado la oportunidad. Al contrario, las personas infelices se regodean en su amargura y dejan pasar las oportunidades inventando continuamente excusas para después lamentarse por su "mala suerte", sin darse cuenta de que son ellas quienes construyen su propio destino.


7. Las personas felices siguen sus propios sueños. La gente infeliz se ata a las opiniones de los demás.


Las personas felices sueñan como si fueran a vivir eternamente y viven como si fueran a morir mañana. Esto significa que tienen grandes planes para su futuro pero, a la vez, no dejan escapar el aquí y ahora. No posponen su felicidad ni la supeditan a una meta lejana sino que saben aprovechar las pequeñas cosas de su presente que les brindan alegría y satisfacción. Al contrario, la gente infeliz deja que sean los demás quienes dicten sus metas, dependen de sus opiniones y valoraciones. Y ese es el camino más directo hacia la insatisfacción, la amargura y el remordimiento es seguir la senda que han marcado los demás, dependiendo de sus opiniones. La clave de la auténtica felicidad consiste en saber qué necesitamos de verdad y tener el valor suficiente para luchar por ello.


Ya lo había dicho Benjamin Franklin: “la felicidad humana no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces en la vida, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”.